Que los seres humanos seamos denominados Homo sapiens, los lobos Canis lupus, los almendros Prunus amygdalus o la bacteria que los amenaza Xylella fastidiosa es resultado del trabajo del naturalista sueco Carl von Linné (1707-1778), considerado el creador de la taxonomía, de la clasificación ordenada y jerarquizada de los seres vivos. Una de sus principales obras se publicó en 1735, Systema naturæ, sive regna tria naturæ systematice proposita per classes, ordines, genera, & species. Más tarde, en 1753, publicaba la obra Species Plantarum, que daba comienzo a la taxonomía de las plantas. En esta obra, que recogía las casi 6000 especies de plantas conocidas por entonces, Linné da nombre a cada una de ellas mediante un sistema de clasificación binomial todavía vigente en la actualidad.
Fotografía de 'Xylella fastidiosa' al microscopio electrónico de barrido. Fotografía de J.E.O. de Lima y colaboradores en la revista Plant Disease, vol.82, nº1, p.94. 1998. |
Siguiendo esta nomenclatura binomial, el nombre científico otorgado a una especie está formado por la suma de dos palabras (en latín o latinizadas): la primera es el género y la segunda, un nombre específico para cada especie. Así, el género se comparte con otras especies próximas; sería como el apellido. Ambas palabras se deben escribir en cursiva y, en el caso del género-apellido, con la inicial en mayúscula. Además, estos nombres no deben ir precedidos de artículo.
Con el avance de la ciencia y hallazgos como el descubrimiento de las arqueas, hubo que redibujar el árbol de la vida. Fue otro Carl, Woese en este caso, quien en 1977 propuso una nueva clasificación con tres superreinos o dominios: Bacteria, Archaea y Eukarya. Animales, plantas y hongos forman parte del tercero.
Bacteria y Archaea (ambas procariotas) son microbios, organismos muy pequeños, invisibles para el ojo humano. Pero no son los únicos microorganismos: en el superreino de Eukarya hay algas y hongos microscópicos y protozoos. Casos especiales son los virus y los priones.
La ya citada Xylella fastidiosa, Streptococcus pneumoniae, Escherichia coli, Candida albicans... Como ocurre con el resto de seres vivos, los microorganismos también tienen un nombre inequívoco para cada especie formado por dos palabras. Estos nombres son en su mayoría descriptivos de la forma o 'comportamiento' del microorganismo, o con referencias al descubrimiento.
El hongo 'Candida albicans' visualizado por tinción de Gram y microscopio. Imagen de Graham Beards en Wikipedia. |
En el laboratorio de Microbiología de la Universitat de les Illes Balears una de las primeras bacterias descritas fue Pseudomonas balearica. Otra, descubierta a raíz del vertido del Prestige en las costas de Galicia, Pseudomonas aestusnigri. Por otra parte, al menos 20 especies de bacterias, pertenecientes al género Listeria, comparten apellido con el cirujano Joseph Lister.
Como ya se ha comentado, ambas palabras del nombre científico se deben escribir en cursiva, con la inicial en mayúscula en el caso del género, y sin artículo que le preceda. Pero, como cualquier nombre en español, con o sin artículo tendrá un género gramatical masculino o femenino. Podríamos pensar que los virus y los hongos son siempre masculinos y las bacterias siempre femeninas (en catalán, en cambio, nos referimos a 'els bacteris', en masculino). Sin embargo, hablamos en masculino de Staphylococcus, una bacteria. Este es el 'truco' que plantea el traductor médico Fernando A. Navarro para conocer el género gramatical de estos microorganismos:
Lleve o no artículo, es muy fácil saber el género gramatical que tiene en español el nombre de una bacteria si uno conoce su género en latín: el femenino se conserva y el masculino o neutro en latín adoptan en español el género masculino. @navarrotradmed en #CuriosidadFL. #MEDES pic.twitter.com/2rnVbeFW0o
— Fundación Lilly (@FundacionLilly) August 6, 2020
El bautizo de las especies descubiertas debe regirse por unos códigos internacionales específicos. La última revisión del Código Internacional de Nomenclatura de Procariotas se publicó en enero de 2019.
Los virus son, de nuevo, una excepción y no siguen la forma binomial del BioCode. El Código Internacional de Clasificación y Nomenclatura de Virus, actualizado en marzo de 2021, establece las normas.
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