Neuromitos | Guion para programa de radio

Foto de Bret Kavanaugh en Unsplash

CORTINILLA

PRESENTADORA: Y nos adentramos ya en la sección 'En constante aprendizaje', hoy protagonizada por 'la estructura más compleja del Universo' y sus mitos. Hablamos del cerebro humano. Para ello, contamos con la investigadora y divulgadora Íngrid Lafita, que ha centrado su trabajo en las pseudociencias y, concretamente, en los neuromitos. Buenos días, Íngrid.

COLABORADORA: Buenos días y muchas gracias por la invitación. 

P: ¿Qué son los neuromitos y por qué decidió estudiarlos?

C: Como en cualquier otro campo científico, las neurociencias no escapan de los mitos y las desinformaciones, una lacra que se va extendiendo por la sociedad. Personalmente, quería aportar mi granito de arena como profesional para detener esa preocupante y perjudicial desinformación. El término de 'neuromito' se le atribuye al neurocirujano inglés Alan Crockard, quien lo empleó en la década de los 80 para referirse a aquellas ideas no científicas sobre el cerebro prevalentes en la cultura médica.  Hoy en día, lo seguimos usando para referirnos a falsas creencias o malas interpretaciones con respecto a los hechos neurocientíficos. Hace ahora 20 años, en 2002, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico definió el 'neuromito' como un error de interpretación que encuentra su origen en mala citas o un mal entendimiento de hallazagos científicos.

P: Ha hablado de "preocupante y perjudicial desinformación". ¿Son peligrosos los neuromitos?

C: Totalmente. Las pseudociencias son lo contrario al conocimiento y al pensamiento crítico. Por ejemplo, los neuromitos en el ámbito educativo pueden generar frustraciones en el profesorado y en las familias, o servir de base para métodos educativos no basados en la evidencia y, por tanto, cuestionables. En cambio, conocer cómo funciona el cerebro y aplicarlo al aprendizaje es muy positivo para todos. Para los docentes, para las familias y, ante todo, para el alumnado.

P: ¿Hay mala intención detrás de los neuromitos? ¿O solo desconocimiento?

C: No se puede generalizar. Hay gente que se aprovecha, que vende humo bajo una pátina de ciencia y solo piensa en engañar cada vez a más personas y llenarse los bolsillos. Y luego están las personas que se lo creen, que 'compran' ese discurso e incluso lo replican; pero no tienen mala intención. Simplemente, les ha convencido más ese relato que la evidencia científica. Precisamente esto es algo que se puede y se debe estudiar desde la neurociencia: ¿por qué calan más las pseudociencias que las evidencias? Pero además, como ciencia que es, la neurociencia va avanzando. Entonces, es posible que algo que se daba por seguro se desmonte por estudios posteriores. No pasa nada: la ciencia es así, se estudia y se enmienda a sí misma. Las pseudociencias, en cambio, no. Y así perviven algunos neuromitos.

P: ¿Cuál es el neuromito más común?

C: ¿Han visto la película Lucy? En este film de ciencia ficción estrenado en 2014 se plantea qué es capaz de hacer el ser humano cuando usa el 100% de su capacidad cerebral, partiendo de la idea de que solo usamos un 10%. Pues justo este es, para mí, el neuromito más extendido. El cerebro consume un 20% de la energía corporal, pese a representar solo un 2% del peso del cuerpo. ¿Qué sentido tendría emplear tanta energía en un órgano que desperdicia el 90% de su capacidad? 

P: ¿Y ambos hemisferios trabajan por igual? Porque también es habitual escuchar que hay 'personas de hemisferio derecho' y 'personas de hemisferio izquierdo'.

C: Otro neuromito. No se puede categorizar a ninguna persona por uno u otro hemisferio. ¿Qué nos dice la ciencia? Que el hemisferio izquierdo se encarga principalmente del razonamiento matemático y lógico y que el derecho se encarga del pensamiento artístico. Pero ambos controlan e integran información procedente del cuerpo, y no trabajan aislados, sino coordinados, conectados. Por tanto, sería un error aplicar técnicas pedagógicas que partan de este neuromito. 

P: De la misma manera, ¿tampoco hay un cerebro masculino y un cerebro femenino?

C: Exacto, es un neuromito similar al anterior. Y, además, se le suma el 'neurosexismo': los hombres son buenos en matemáticas, las mujeres son emocionales y creativas. Asumir esto supone perpetuar estereotipos y ampliar brechas existentes. ¿Cómo van a haber mujeres científicas, si su cerebro no es bueno para eso? ¿Cómo van a implicarse los hombres en los cuidados, si su hemisferio dominante no es el asociado a las emociones? La base de las discriminaciones no es biológica; es cultural y, por tanto, modificable.

P: ¿Cómo influye en la inteligencia el tamaño del cerebro?

C: A lo largo de la evolución, el cerebro de los homínidos ha ido creciendo. El de los australopitecus era similar al de los grandes simios actuales, un 35% del tamaño de nuestro cerebro. Eso puede llevarnos a pensar que hay una relación directa entre el tamaño del cerebro y la inteligencia, o entre el tamaño del cerebro respecto del resto del cuerpo y la inteligencia. Pero en realidad lo importante no es el tamaño del cerebro ni el cociente de encefalización, sino cómo funciona, qué conexiones se dan, qué actividad tienen sus células. Pensemos en el cerebro de una ballena o de un elefante… Al final, lo que nos hace ser más inteligentes que otras especies es la arquitectura cerebral.

P: Centrémonos en la inteligencia humana. A parte de la arquitectura cerebral con la que se nace, ¿se producen cambios a medida que aprendemos? 

C: El cerebro tiene la capacidad de recuperarse, reestructurarse y adaptarse a nuevas situaciones. Esto es la neuroplasticidad o plasticidad neuronal. Y contrariamente a lo que se pensaba hasta hace unas décadas, este proceso se da a lo largo de toda la vida. Al principio comentaba que hay algunos neuromitos que hunden sus raíces en teorías que antes se consideraban firmes, pero que con el tiempo se han refutado. Esta es una de ellas. Hay la creencia de que los niños y niñas tienen un período entre los 0 y los 3 años –o 5 o 6, depende de quién lo diga– en el que se da casi todo el aprendizaje y después ya todo se ralentiza. Es decir, que los primeros años de vida son los únicos determinantes. No, la plasticidad nos va a permitir seguir aprendiendo a lo largo de la vida. Las redes neuronales que componen nuestro sistema nervioso no permanecen inalterables. Este neuromito es uno de los que más me preocupa, ya que convierte en víctimas a los niños y niñas. ¿Qué padre o madre no querría fomentar la inteligencia de sus hijos? Por este neuromito, se buscan herramientas para estimular al máximo la inteligencia en los primeros años de vida. ¿Cuál es el problema? La presión y la ansiedad que se genera en los padres, la frustración, la hiperestimulación de los niños, la sobreexposición a pantallas… Mientras, algunos fabricantes siguen tirando de este hilo para vender sus juguetes y productos.

P: Pero no hay evidencia de que funcionen...

C. Los juegos por sí mismos no son malos. Lo negativo es convertir los momentos lúdicos en algo dirigido únicamente a mejorar el aprendizaje, y hacerlo contrarreloj, antes de que se acabe esa supuesta 'época especial'. Justo en esa edad tan temprana, lo mejor es fijarse en las necesidades y características específicas de los niños y dejarlos aprender de forma natural, ahora que pueden.

P: He de reconocerle una cosa. Tras esta conversación, no sé qué pensar sobre la gimnasia cerebral. ¿Funciona o me dirá que también es un neuromito?

C: Depende de qué entendamos por gimnasia cerebral. Si se habla de sudokus, crucigramas, puzzles, juegos de lógica, el ajedrez… Sí, sirven para ejercitar la mente y trabajar la concentración, la memoria, el razonamiento… Caso distinto es el sistema Brain Gym, un nombre registrado, por cierto. Ahí, una vez más, estamos ante otro mito o método pseudocientífico que llena el bolsillo de alguien.

P: Ha dejado claro que los neuromitos le parecen algo peligroso. Aún así, ¿hay alguno que le parezca especialmente curioso?

C: Sí, hay uno que incluso me parece gracioso: el cerebro se encoge si no bebes de 6 a 8 vasos de agua al día. O, parecido, que hay que hidratar el cerebro para un correcto funcionamiento neuronal. ¿Necesitamos beber agua? Sí. ¿Hay que regar el cerebro como si fuese una planta? No.

P: Pues con esto nos tenemos que despedir. Muchas gracias, Íngrid, por tu colaboración y por habernos dedicado parte de tu tiempo.

C: Gracias a vosotros. Es muy importante que desde los medios de comunicación se faciliten herramientas a la ciudadanía para combatir la desinformación. Enhorabuena por este espacio de ciencia en antena.

CORTINILLA

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