¿Cómo era el clima en el pasado? Este es, a grandes rasgos, el objeto de estudio de la paleoclimatología. Como los registros instrumentales son demasiado recientes para poder reconstruir el clima de un pasado muy lejano, la paleoclimatología trabaja con datos indirectos o datos proxy que obtiene mediante distintas técnicas, como el estudio de los registros fósiles, de las acumulaciones de sedimentos en los lechos marinos, de las marcas erosivas en las rocas, de los corales, de las marcas de crecimiento de los árboles o de las burbujas de aire capturadas en el hielo antiguo. Esta última es la que desarrollaremos con más de detalle.
Hay que perforar en las profundidades de casquetes y glaciares, hasta 3 kilómetros, para poder extraer testigos de hielo como los que sostienen los protagonistas de la foto del inicio. Con el estudio de los testigos se pueden conocer las condiciones climáticas de 800.000 años atrás, hasta del último millón de años. Estos bloques de hielo actúan como un gran archivo de la composición atmosférica del pasado al que podemos acceder directamente y analizar las moléculas de agua, las burbujas de aire atrapadas y también posibles sustancias como ceniza y polvo, que pueden aportar información sobre erupciones volcánicas.
Al extraer las burbujas de aire se puede medir el porcentaje de diferentes gases de efecto invernadero que había en el momento en que cayó la nieve y, por lo tanto, los que había entonces en la atmósfera. También se puede estimar la temperatura de la superficie cuando aquella agua se congeló al conocer la proporción de diferentes isótopos de hidrógeno y oxígeno del testigo de hielo. «La medida de la proporción de isótopos de oxígeno que hay en estos materiales se hace con un espectrómetro de masas y un sofisticado instrumental que solo está disponible en laboratorios especializados. A través de esas medidas podemos llegar a calcular [...] la temperatura de la atmósfera donde se formaron los cristales de hielo y de la que procede el aire que rellena los huecos que hay entre esos cristales», explica Pedro Alejandro Ruiz Ortiz, catedrático de Estratigrafía.
¿Por qué es una técnica fiable para conocer el comportamiento del clima del pasado? Porque, simplificando, estos testigos de hielo son agua que ha permanecido congelada durante decenas de miles de años y que además ha conservado con ella rastros de impurezas químicas que encierran una valiosa información sobre la historia del clima, como describen Richard B. Alley y Michael L. Bender.
Alley y Bender detallan que lo primero que hay que establecer antes de adentrarse en el contenido del testigo es la edad de la muestra. Esto se puede hacer observando la estratificación, que en las capas más superficiales se aprecia a simple vista, o mediante técnicas adicionales, a partir de cierta profundidad. Una vez definido el tiempo, ya se pueden acometer el resto de observaciones, como las burbujas de aire o los átomos de oxígeno en el hielo.
Para no alargar el artículo, recomiendo este vídeo de la Universidad de Rochester, en el que en poco más de 3 minutos investigadores explican cómo se realiza la recogida de muestras, cómo se analizan y qué podemos esperar de estas investigaciones, acompañado de imágenes de sus expediciones a las capas de hielo más antiguas y grandes del planeta.
Fotografía principal: By Todd Sowers, LDEO, Columbia University, Palisades, New York, Public Domain
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