Aprovechar los 280 caracteres: Twitter como puerta de entrada a la información científica

Hay un antes y un después a nivel mundial desde el 'nacimiento' de Internet y los servicios que ofrece la red de redes. Nadie queda fuera de su impacto; también, en negativo, aquellas personas que se convierten en víctimas de la brecha digital. Sin embargo, nos fijaremos ahora en los aspectos positivos de la transformación digital, y lo haremos concretamente para la comunicación científica, que es la materia que aquí nos ocupa.

En Internet hay, sobretodo, mucha información (rigurosa y también falsa, pero esa cuestión ya la trataremos en otra entrada); de hecho, también se lo ha llamado 'autopista de la información'. Hay un gran volumen de información disponible libremente tanto para personal investigador como para la sociedad en general; un conocimiento que no es limitado, sino que va creciendo día a día. Además, es un espacio en el que se tejen redes sociales, se pueden intercambiar mensajes y archivos por correo electrónico u otras aplicaciones... Por ello, Internet es un canal que puede favorecer la participación ciudadana –en la ciencia y en cualquier otro campo– ya que permite una amplia difusión y captación de participantes, facilita la conexión y la interacción, y permite una participación asíncrona y descentralizada. Estas mismas ventajas se pueden aplicar para el trabajo entre equipos internacionales.

Entonces, ¿es Internet el medio o canal más favorable para la diseminación de información científica? Antes de responder a esta pregunta, es importante recordar que Internet también ha cambiado, lógicamente, el ecosistema mediático y lo que se entiende por medios. Porque sigue existiendo la televisión, la radio y la prensa en papel, pero no se es nadie si no existe la correspondiente versión digital. 

Ahora bien, si nos ceñimos a los resultados de la 10ª Encuesta de Percepción Social de la Ciencia, elaborada por la FECYT, tendríamos que pensar que el canal de información científica más favorable en todas las edades es la televisión tradicional, ya que el 72% de la población entrevistada manifestó que se informa de temas relacionados con ciencia y tecnología a través de este medio. Pero la encuesta también mostró que en las últimas ediciones Internet se ha consolidado como un medio fundamental de información y comunicación científica en España. En la edición de 2022, el 61% de la población manifestó que se informa por Internet sobre ciencia y tecnología, principalmente por redes sociales y a través de medios generalistas en su versión digital. El cambio generacional, con una ciudadanía cada vez más familiarizada con las TIC, nos lleva a pensar que el uso de Internet seguirá creciendo. Por lo tanto, sí que creo que hay que apostar por este 'espacio' para la diseminación de información científica.

Una cuestión más a tener en cuenta: en los medios tradicionales, la audiencia (lector, oyente, espectador) 'consume' aquel contenido que se ha programado por parte de los responsables de los medios para determinado momento y en determinado orden. Es decir, yo no puedo escoger informarme hoy en mi emisora de referencia sobre cuáles son las empresas más contaminantes de mi país, por decir algo. La encenderé y escucharé las noticias que me ofrezcan. En cambio, Internet sí que posibilita que cada internauta busque información sobre lo que le interese en cada momento e, incluso, buscar información que le desmienta noticias falsas recibidas por esa misma vía. Como hemos visto en la asignatura, las noticias falsas tienen el mismo potencial de diseminación que una noticia real. Y a eso le unimos que estamos rodeados de fuentes de información de dudosa fiabilidad. Hay que disputarle el espacio a las noticias falsas, y poner a libre disposición de la ciudadanía información veraz y rigurosa.

Ahora bien, como hemos comentado arriba, Internet es algo muy amplio, no es un medio como cualquiera. De hecho, dentro de él hay muchos medios y plataformas, y todos ellos pueden usarse para la comunicación científica. No obstante, quiero destacar una: Twitter. No como una herramienta única, sino como la puerta de entrada a otras redes, canales, plataformas...

Hoy en día, Twitter permite redactar hilos (con los que, por ejemplo, se pueden divulgar papers a un público que no lee revistas científicas); compartir vídeos, infografías y fotografías; plantear encuestas; enlazar artículos, noticias, reportajes... Por eso, considero que es la red más adecuada para difundir información científica, pero siempre apoyándose en las demás opciones. Es decir, hay que comunicar ciencia en la televisión, en la radio, en la prensa. Hay que escribir en blogs. Hay que colgar vídeos en Youtube, si el tema se presta. Incluso adentrarse en Instagram y TikTok, si queremos explorar nuevos formatos. Y Twitter nos servirá como escaparate de todo ese contenido para facilitárselo a la ciudadanía, además de mantenernos en contacto y tejer redes con otras personas expertas en nuestra materia u otras que nos interesen.

Foto de Andrej Lišakov en Unsplash

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